sábado, 1 de marzo de 2014

Capítulo 39: 'Me gusta otro'

Capítulo 39: 'Me gusta otro'

-Blas, una cosa -pidió Vanessa. El chico se giró- No le digas a nadie que estoy bien, ¿vale? Por lo menos hasta mañana.
Blas se quedó mirándola un tiempo. Queŕia complacerla, pero sabía que eso no era lo correcto.
-¿Ni a los chicos? -preguntó él.
-Por favor.
-Pero, y si pasa algo...
-No me pasará nada -le interrumpió- Estaré bien, sé cuidar de mí misma.
Blas dudó. Ella dice que sabe cuidar de sí misma, pero eso todavía no se ha visto. Sólo hace falta mirarla. Está en un hospital. No fue culpa suya, claro está, pero...
-Está bien -aceptó, al fin.
-Gracias -sonrió ella dándole un abrazo.
-Adiós -se despidió él.
-Adiós.


-Hola, preciosa -susurró David en el oído de Daniela- ¿Preparamos la cena?
Daniela sonrió pícaramente y miró a David de reojo.
-Osea que tienes ganas, ¿no? -preguntó él, travieso.
-Bueno... -dijo ella besándole el labio. Cuando tenía las manos en la camisa de él, David la detuvo.
-Ah, no, no. -dijo él, poniendo una mano con delicadeza en la de ella- Primero hay que terminarse el postre.
Daniela gruñó, se cruzó de brazos y se dio la vuelta. A David le hizo gracia su reacción.
-No te habrás enfadado, ¿no? -preguntó él.
Daniela no respondió. Se limitó a coger un sirope de fresa de un armario.
-Oh, venga, Daniela -dijo David acercándose a ella. Le pasó las manos por la cintura, y posó la cabeza sobre su hombro.- Nena...
Daniela se libró de los brazos de David, lo empujó con delicadeza, abrió la tapa del sirope y se lo tiró encima, manchándole toda la camisa blanca.
David se quedó de piedra, pero decidió seguirle el juego.
-¿Qué has hecho? ¡Era mi camisa nueva! -dijo.
Daniela, que no había entendido el juego, se tapó la boca con ambas manos.
-Oh, lo siento -dijo acercándose a él.
-Ahora me la lavas tú.
-Sí, vale. -aceptó- Jo, lo siento, David. Damela, que pongo una lavadora.
-Ven y quítamela tú, ¿no? -preguntó David.
Daniela lo miró seria. No entendía nada. Entonces, David le guió un ojo.
Daniela sonrió traviesa y se acercó a él.
Ambos comenzaron a besarse apasionadamente. Daniela desabrochó la camisa de él, y David le levantó la camiseta a ella.
-Tú sabes que yo soy más de velitas, ¿no? -preguntó él, mientras la ponía en la encimera y le besaba el cuello.
-Pues ve y enciéndelas -dijo ella.
-¿Ahora? Ni de coña -dijo él- Ahora te voy a hacer el amor.


Sara estaba tumbada sobre las piernas de Carlos, él le acariciaba el pelo. Carlos bostezó. Sara se incorporó.
-Bueno, yo me voy a ir ya, ¿vale? -dijo.
-¿Por qué? -preguntó él.
-Estoy muy cansada -bostezó.
-¿No te quedas a dormir?
-No -dijo ella con una sonrisa triste-, estás cansado, así que mejor, no.
-Anda, quédate.
-No, Carlos, de verdad -insistió ella.
-¿Me darás, al menos, mi beso de buenas noches?
Sara sonrió, y Carlos se acercó a ella, le cogió la cintura y le dio un beso que parecía no tener fin.
-¿Podemos hacerlo? -preguntó él cuando se separó ligeramente de los labios de Sara.
-¿Hacer el qué? -preguntó ella, perdida.
-¿El qué va a ser? -dijo. Se quedó mirándola unos segundos.
-Si me miras con esos ojos, sabes que no te podré decir que no -sonrió Sara, atrayéndolo hacia ella.
Carlos la besó, y ambos sonrieron durante ese beso.
-Te quiero -dijo él.


-¡Álvaro, el teléfono!
-¡Voy, mamá! -gritó él corriendo hacia el salón- ¿Quién es?
-Hola, Álvaro, soy yo -dijo una voz femenina al otro lado de la línea.
-Hola, cariño. ¿Qué tal? -preguntó.
-Bien, echándote de menos, como siempre -sonrió.
-¿Cómo te va en la uni?
-Muy bien. Tengo que estudiar mucho, pero los resultados merecen la pena. Algunos son más bajos de lo que esperaba, pero bueno... -explicó- ¿Y tú, qué tal?
-Bien. Estudiando, también. Después de la gala tengo que ponerme las pilas -sonrió.
-¿Te apetecería desconectar un poco de todo? -preguntó ella.
-¿De qué hablas? -preguntó él.
-Mis padres no van a estar este finde, por si te quieres venir a casa.
-Está bien. -sonrió él- Lo preguntaré, ¿vale?
-Vale -sonrió ella- Bueno, te dejo, que tengo mucho sueño. Mañana tengo que despertarme muy temprano.
-Vale. Buenas noches, Nerea.
-Buenos noches, un beso -se despidió.
-Te quiero.
Ambos colgaron el teléfono.
-Mamá -comenzó Álvaro acercándose a su madre, que estaba en la cocina- Este finde, los padres de Nerea no estarán en casa, y me ha invitado. Para desconectar y eso... ¿Me dejarás ir?
Ella levantó la vista y lo miró. A ambos les encantaba tener esa confianza mutua.
-Sí, claro -sonrió ella- Pero que no te falte de nada, ¿eh?
Álvaro asintió, ocultando una risa. Le dio un beso en la mejilla.
-Gracias, mamá.


-Bueno, Dani, ¿qué querías decirme? -preguntó Elizabeth cuando terminó su plato.
Dani dejó su tenedor en el plato y levantó la vista hacia ella.
-Verás, desde siempre me has comprendido, me has ayudado y me has consolado cuando nadie más lo hacía. -comenzó- El problema... El problema es que eres tan magnífica que no puedo verte sólo como una amiga. Necesito algo más contigo, ¿entiendes?
Elizabeth se quedó sorprendida.
-¿Quieres salir conmigo? -preguntó Dani.
-Yo... Eres magnífico, pero...
-¿Pero qué?
-Me gusta otro...
Dani se puso pálido de pronto.
-¿Quién?
-No te enfades, ¿vale? -dijo- Está en tu grupo. Es el otro rubio, Carlos.