domingo, 23 de febrero de 2014

Capítulo 38: 'Vuelve, por favor'

¡Hola! Aquí está el capi de hoy. Para vivir más el capítulo, os pediría que escuchárais "Volver" de Auryn. Siento no ponerlo, pero es que me bloquearon las páginas que contengan algo de Auryn. Buscadlo vosotras, porfa. Lo siento. ¡Un beso y disfrutadlo! ¡Gracias por leer!

Capítulo 38: 'Vuelve, por favor'

Blas se acercó a Vanessa, se inclinó sobre ella y le dio un beso en la frente.
-Ya que tú no puedes cenar, cenaré contigo para hacerte compañía -le dijo- Pero tú calla, ¿eh? Que si no, me echan.
Miró a ambos lados y cerró la puerta de la habitación, se sentó en la silla y sacó un bocadillo y una lata de refresco de su pequeña mochila. Abrió la lata y le quitó el papel de aluminio al bocadillo. Comenzó a comérselo.
-Ah, espera, que enciendo la vela.
Dejó el bocadillo y el refresco en la mesa, y sacó un mechero de su chaqueta. Se acercó a una vela perfumada que había, y la encendió.
-Espero que te gustara mi actuación en Destino Eurovisión -dijo- No ganamos, pero lo pasé bien y lo hice lo mejor que pude. -hizo un silencio- Me hubiera gustado tanto que pudieras haberme visto...
Blas esbozó una sonrisa triste y se arrodilló delante de ella. Le cogió una mano y la besó. Unas lágrimas comenzaron a caerle por las mejillas.
-Ojalá fuera todo tan fácil como en las películas, que sueltas una lágrima y al caerle a la persona, revive. -dijo- Creo que no puedo seguir así, Vanessa. No sabes lo que me cuesta verte así siempre. Quiero que te despiertes de una vez, que saltes como una adolescente, que me alegres los días como antes. No creo que pueda seguir viéndote así. Vuelve, por favor. -dijo. Volvió a derramar unas lágrimas- Lo siento, no quería decir eso. Soy un tonto, joder. -se lamentó- Te prometo que nunca me iré de tu lado. Pase lo que pase.
Se levantó del suelo y se sentó en la silla. Se terminó el bocadillo y el refresco, y recogió lo que había sacado y lo metió en la mochila. Apagó la vela de un soplo, le dio un beso en la frente a Vanessa y susurró:
-Volveré pronto, te lo prometo, pero me tengo que ir ya. Lo siento.
Se dirigió hacia la puerta y allí, la miró.
-Adiós -susurró.
-Blas, espera. -dijo una voz femenina.
El chico se giró asombrado. Vanessa abrió los ojos poco a poco, y esbozó una sonrisa. Blas también los abrió, sorprendido.
-¿Va-Vanessa? -preguntó.
La chica volvió a sonreír.
-Sí...
-¡Vanessa, joder, estás despierta!
Blas dejó caer la mochila al suelo y fue a darle un fuerte abrazo.
-Ay, ay, me haces daño -se quejó ella.
-Uy, lo siento.
Blas se apartó de Vanessa, tenía lágrimas en los ojos.
-Me alegro de que estés bien, pero, ¿desde cuándo estás despierta? -preguntó.
-Desde esta mañana -respondió ella.- ¡No se lo digas a los médicos, por favor! -pidió.
-¿Por qué? -preguntó Blas- Tienes que volver a tu vida de siempre.
Vanessa negó.
-No, no -decía.
-Pero, ¿por qué? -preguntó el chico.
-Tengo miedo. De Fernando. -dijo con voz quebrada.
-Te juro por mi vida que no te volverá a poner la mano encima -dijo él muy serio- Vanessa, yo, lo que pasó aquel día... Fue culpa mía.
-Shhh. Calla. No fue para nada tu culpa. No podías saber qué era lo que iba a pasar. -dijo Vanessa- ¿Sabes qué? Te amo. Siempre he buscado mi príncipe azul, pensaba que era Fernando, pero no, ahora me he dado cuenta de que eres tú.
-¿Sabes lo que decía la canción que cantamos en Eurovisión? -preguntó Blas. Vanessa negó.
-No, no me acuerdo.
Blas carraspeó y cantó su parte:

"Aunque es más fácil olvidar, que perdonar, no te dejaré de amar"

A Vanessa comenzaron a caerle lágrimas.
-Cántame el resto, por favor. -pidió ella.
Blas sonrió y asintió, cogió la cara a Vanessa y terminó la canción.
-Te quiero -susurró Blas.
-Y yo -dijo ella.- Pero me gustaría ir lento, ¿entiendes?
Blas sonrió.
-Sí, claro, como tú quieras. Pero, ¿cómo de lento? -preguntó.
Vanessa se quedó en silencio un momento, sujetó la cabeza de Blas y la acercó a ella. Se miraron a los ojos. Blas bajó la mirada a los labios de ella, y la subió a los ojos. Vanessa sonrió. Se acercó a él y lo besó. A Blas le pilló por sorpresa, no se lo esperaba, por lo que, al separarse, la miró extrañado.
-Por ahora esto, ¿vale? -preguntó ella.
Blas asintió.
-Como tú quieras, princesa.

viernes, 21 de febrero de 2014

Capítulo 37: 'Eres tan... culce y atrevida al mismo tiempo...'

Capítulo 37: 'Eres tan... dulce y atrevida al mismo tiempo...'

Sara salió del ascensor después de estar todo el trayecto mirándose en el espejo. Iba con una falda de cuero y un top rosa, combinados con unos tacones negros. Encima, se había puesto una chaqueta, y se la cerró, para no pasar frío, ya que hacía bastante aire. Habían quedado para celebrar juntos que Auryn quedara en segundo lugar en "Destino Eurovisión". Salió al exterior, y cruzó a la acera de enfrente, donde, en el parque, la esperaría Carlos. Fue entonces cuando le vio. Comenzó a andar deprisa hasta él, para saludarlo, pero lo vio abrazando a una chica rubia. Sara paró en seco. Ambos se separaron, y hablaron. La chica sonrió.
A Sara comenzaron a llorarle los ojos, pero se armó de valor y se acercó a él.
-¿Qué? -preguntó Sara- ¿Te ponen las rubias, o qué?
-Sara, no lo entiendes...
-¡Cállate! -gritó Sara dándole un bofetón en la cara- ¡Eres un imbécil!
Sara echó a andar en dirección a su casa, sin mirar atrás.
Carlos miró a Alba buscando comprensión.
-Ve tras ella, anda -le dijo.
-Gracias, Alba -sonrió él.
-¡Sara! ¡Sara, espera! -gritaba Carlos.
La chica ya había llegado a su portal, y buscaba las llaves en su bolso.
-¡Sara!
El chico la alcanzó, pero Sara ya había abierto la puerta y se había colado dentro. Por suerte, Carlos pudo sujetar la puerta y entrar.
-Sara, espera, por favor. -pidió él- Déjame explicarte.
-¿El qué narices me vas a explicar? -preguntó ella- No quiero saber nada, ¿vale? No tienes que darme explicaciones. Esa rubia te gusta más y punto. -dijo ella- Sólo dime una cosa, ¿qué tiene ella que no tenga yo? -preguntó entrando en el ascensor. Carlos la siguió y entró con ella.
-Alba es mi mejor amiga, ¿vale? -soltó Carlos- Le había pedido consejo para que lo pasaras bien esta noche en la cena, pero veo que ha sido una mala idea. No hay nada entre nosotros, Sara. Sólo amistad.
Sara comenzó a llorar.
-Ey, ¿qué pasa? -preguntó Carlos, secándole una lágrima.
-No sé qué tengo para que estés conmigo.
-Ya te lo dije una vez, ¿recuerdas? -se mantuvo callado- Eres tan... dulce y atrevida al mismo tiempo. -recordó.
-No soy atrevida -dijo ella.
-¿Ah, no? -Carlos sonrió, se acercó a su oreja y le susurró- Yo creo que sí.
Comenzó a besarla, y Sara se estremeció.
-Carlos, para. -le dijo ella.
Carlos se alejó un poco de Sara. Se miraron a los ojos.
-¿Me quieres? -preguntó ella.
Carlos se acercó a ella y la besó con dulzura.
-Más que a nada en el mundo.


Daniela bajó las escaleras del bar, y se encontró a David en la puerta, esperándola.
-Daniela, ven un momento -le pidió su abuela.
Daniela se acercó a su abuela, y estuvieron hablando durante poco tiempo. Mientras tanto, Irene, la madre de Daniela, aprovechó para acercarse a David.
-Hijo, cierra la boca, que se te va a colar algo -bromeó. David sonrió.
-¿Cómo está, señora? -preguntó.
-Bien. Pero trátame de tú, que sólo tengo treinta años -rió.
-Está bien, como quieras -sonrió.
-¿Está guapa mi hija, verdad?
-Es guapa -dijo recalcando el 'es'.
-Dime una cosa: ¿La quieres de verdad, o sólo estás con ella por estar con alguien?
-La quiero muchísimo. -respondió David, mirando a Daniela- Cuando la veo... Es como si el mundo fuera perfecto, como si estuviéramos ella y yo sólos, sin nadie más. -dijo- Si le pasara algo por mi culpa, no me lo perdonaría en la vida.
Irene sonrió.
-Cuídala, ¿vale? -le pidió Irene- Es su primera relación seria, y quiere que dure.
-Lo haré, no se preocupe.
Daniela vino, luciendo un preciosísimo vestido de encaje.
-Adiós, mamá, no me esperes despierta, ¿vale?
Irene sonrió y asintió.
-Adiós. Pasadlo bien. Y, Daniela, no comas mucho.
Daniela asintió, y David se sonrojó. Salieron juntos del local.
-¿Qué? -preguntó Daniela al darse cuenta de la expresión de su chico.
-Estábais hablando las dos y he pensado mal... -dijo él.
-¡David, eres un cerdo! -bromeó Daniela dándole un golpe en el hombro.
-Anda que no te gusta a ti ese tema, ¿eh? -preguntó.
-Anda que... -dijo ocultando una sonrisa.
David se acercó a su oído y le susurró con voz traviesa:
-Ya me suplicarás, guapa.
Se alejó de su oído y le guiñó un ojo.

Capítulo 36: 'Estoy cumpliendo un sueño, ¿sabes?'

 ¡Hola, chicas! Este capítulo es un poquito corto, por eso he decidido subir dos hoy, ¿vale? ;) Gracias por leer, ¡y disfrutarlo mucho!

Capítulo 36: 'Estoy cumpliendo un sueño, ¿sabes?'

El tiempo pasó, y Álvaro, Blas, Carlos, Dani y David llegaron a la final de 'Destino Eurovisión'. En diez minutos era su actuación, y Blas estaba pegado al teléfono.
-Pero, ¿tiene puesta la tele? -preguntaba el chico una y otra vez.
-Que sí, Blas. -dijo Sara- Que pesado eres, ¿eh?
-Que quiero que Vanessa escuche mi actuación, ya que no la puede ver... -dijo.- ¿Me pasas con ella?
-Vale, voy.
Desde el otro lado del teléfono, Blas escuchó cómo Sara se levantaba y le acercaba el teléfono a alguien.
-Hola, Vanessa -dijo Blas- Siento no haber podido ir a verte estos días, pero es que estoy en la gala de 'Destino Eurovisión'. Estoy cumpliendo un sueño, ¿sabes? Pero sería mejor si tú estuvieras aquí, a mi lado. -hizo silencio- La actuación de hoy te la dedico a ti, ¿vale? La canción se llama 'Volver'. Y quiero que te pongas buena de una vez, ¿vale? Es que... te quiero abrazar y... besar.
Álvaro tocó el hombro de Blas.
-Venga, despídete, que nos toca salir ya mismo -el dijo.
-Voy -contestó Blas- Bueno, Vanessa, te dejo, ¿vale? Que tengo que salir a cantar. Le he dicho a Sara que te ponga la tele para que nos escuches. Sólo espero que te guste. Va por ti.
Sara se acercó el teléfono a su oído.
-¿Ya? -preguntó ella.
-Sí, gracias. -respondió Blas.
-Bueno, adiós, suerte.
-¡Suerte! -se escuchó a Daniela gritando.
-Gracias. Adiós -Blas colgó el teléfono y se acercó a David, estaba muy angustiado.
-Eh, tío, ¿qué te pasa? -preguntó Blas.
-Estoy muy nervioso. ¿Y si no sale bien?
-Saldrá bien. Estás haciendo lo que más te gusta, ¿no? Tú disfruta, lo demás saldrá solo.
-Gracias, Blas. -dijo David.
-De nada -le dio un abrazo.


Mientras, Sara, Daniela y Vanessa estaban en el hospital, con el canal TVE puesto, preparadas para ver a sus respectivos novios y amigos. En nada, salieron al escenario, y Daniela dios unas palmaditas emocionada y un pequeño salto.
-Shhhh, calla -dijo Sara.
Comenzó a sonar la música, y Dani comenzó a cantar, pero lo hacía muy bajo.
-¡Mierda! ¡¿Por qué no canta más fuerte?! ¡Joder, que no se le oye! -decía Daniela.
-Calla, tía, que Vanessa y yo queremos escuchar. -dijo Sara.
Daniela suspiró y volvió a mirar a la pantalla.
-¡Ay! ¡Mira a David! -exclamó Daniela.
-Y a Carlos... -decía Sara con una sonrisa triste.
Sara tenía la mano de Vanessa cogida, la apretaba un poco, por los nervios. Estuvieron calladas el resto de la actuación, hasta que cantó Blas, donde se hizo un silencio lleno de miedo.
-Joder, cómo canta el condenado. -dijo Sara.
-Sí...


viernes, 14 de febrero de 2014

Capítulo 35: 'El primero y el último'


Hola, princesitas. Hoy subiré dos capítulos porque mañana viene mi mejor amiga y voy a pasar todo el día con ella, para desconectar un poquito. Sólo quiero deciros que gracias por leer y que disfrutéis del capítulo ;) ¡Gracias por leer y muchísimos besos!

Capítulo 35: 'El primero y el último'

Sara volvió a la cocina, cogió un plato hondo y puso en él el caldo. Lo colocó en la bandeja junto con el zumo de naranja.
Volvió a la habitación en la que estaba Carlos y le despertó.
-Carlos, venga, tómate esto -le dijo Sara.
Carlos se encontraba mejor, así que se incorporó y comenzó a tomárselo. Por último, se bebió el zumo de naranja.
-¿Estás mejor? -preguntó Sara.
-Sí, mucho mejor. Gracias -dijo él.
-De nada -sonrió ella.
-Lo siento.
-¿El qué?
-Lo que dije antes. Es que es mi sueño, y...
-No importa. Sé que no lo dijiste con mala intención. -sonrió ella cogiendo la bandeja.
-Sara -comenzó Carlos-, quédate aquí conmigo.
Sara se giró, sorprendida, dejó la bandeja en la mesita de noche y acercó la silla al lado de la cama. Se sentó en ella.
Carlos comenzó a tiritar.
-¿Tienes frío? -preguntó ella. Carlos asintió. Sara le puso la mano en la frente, pero no tenía la temperatura alta.
-Por favor, túmbate conmigo -pidió Carlos.
Como no se le pasaba la friolera, Sara aceptó. Encendió la luz de la mesilla, destapó la cama y se tumbó al lado de Carlos, que se echó a un lado para dejarle hueco.
El corazón de Sara comenzó a latir muy deprisa. Estaba tumbada en la misma cama del chico que le gustaba. Nunca antes había sentido nada igual por un chico.
Carlos volvió a tiritar otra vez. Sara, compadecida, le abrazó y le acercó a ella.
-Sara... -dijo él.
-Dime.
El chico comenzó a acercarse a ella, despacio, le pasó un mechón por detrás de la oreja y cerró los ojos. Se acercó un poco más a ella y la besó. Sara sonrió durante el beso, y Carlos hizo lo mismo. La chica pasó las manos por el pelo de Carlos, y le trajo hacia sí. Carlos se subió encima de Sara, mientras la besaba. Carlos bajó hasta el cuello de Sara, besándolo. Ella inclinó la cabeza hacia atrás, y tiró un poco del pelo de Carlos.
-Te quiero -susurró él.
-Carlos, apaga la luz -dijo ella entre besos.
-No -negó él-, quiero verte.
Carlos pasó los brazos por debajo de la camiseta de ella, y le acarició la espalda. Besó el cuello y subió a su boca. Sara no sabía muy bien qué hacer o cómo actuar, así que decidió adelantarse: le quitó la camiseta y le besó los abdominales. Carlos gimió, y Sara soltó una risa.
-¿De qué te ríes? -preguntó Carlos con una voz muy sensual.
Sara sonrió, y Carlos le sacó la camiseta, dejando al descubierto su sujetador negro. Carlos se sentó en la cama, cogió a Sara por los muslos y la puso encima suya. Carlos observaba a Sara. Le encantaba verla entre beso y beso, pero ella cerraba los ojos.
-No cierres los ojos, ábrelos. -le dijo- Tus ojos son preciosos, quiero verlos.
Sara hizo caso, y abrió los ojos, se inclinó hacia Carlos y le volvió a besar.
Carlos pasó las manos debajo del pantalón de ella, y la incorporó encima suya. Después, le bajó el pantalón por completo. Sara bajó las manos hasta el pantalón de él. Como era el pantalón del pijama, no tenía la necesidad de buscar una cremallera o botón, así que lo bajó, sin más.
Ambos estaban en ropa interior, demostrándose lo que se querían. Carlos cogió las manos de Sara y las entrelazó, se inclinó hacia su cuello y lo besó con fuerza. Sara soltó un gemido. Carlos bajó por el cuello dándole besos hasta llegar al canalillo, donde siguió besándola. La chica inclinó la cabeza hacia atrás de placer. Mientras tanto, agarraba a Carlos por su melena rubia. El chico le desabrochó el sujetador y le besó los pechos. Sara gimió.
Carlos se acercó al pelo de ella y lo olió.
-Necesito hacerlo -dijo Carlos.
Sara asintió.
-¿Soy el primero? -preguntó él.
-El primero y el último -respondió ella.

Capítulo 34: 'Dejar a alguien es lo peor que puedes hacer en tu vida'


¡Feliz San Valentín, mis princesitas! Aquí tenéis el capítulo de hoy ;) Espero que lo disfrutéis y lo viváis. ¡Besos!

Capítulo 34: 'Dejar a alguien es lo peor que puedes hacer en tu vida'


Sara salió del hospital corriendo, giró la calle y vio un parque a lo lejos. Sin pensarlo dos veces, se sentó en uno de los bancos.
-Eh, chica -le dijo alguien- ¿Qué haces aquí? Vas a coger frío.
-Déjame, por favor -pidió ella.
-No lo haré. Dejar a alguien es lo peor que puedes hacer en tu vida -dijo- ¿Me puedo sentar?
Sara accedió y asintió. El chico se sentó a su lado.
-¿Por qué dices que dejar a alguien es lo peor? -preguntó ella.
-¿Te cuento mi historia? -preguntó él, Sara asintió.- Verás, yo tenía una novia, o una amiga, no sabría muy bien cómo llamarla. Salíamos de una fiesta, y estábamos discutiendo. Le dije que me dejara en paz, y crucé por un paso de cebra. Ella no me hizo caso, así que me siguió. Fue cuando... -interrumpió la narración.
-¿Cuando qué? -preguntó Sara.
-Cuando la atropelló un coche... -dijo con la voz quebrada.- Recuerdo que llamé a una ambulancia, y cuando estaba dentro, le cogí la mano y le dije que se pondría bien. Ella me dijo que la dejara, que conmigo nunca se pondría bien, y eso hice.
-¿Hasta hoy? -preguntó Sara.
-Sí.
-¿No sabes nada de ella?
-Sólo sé que está ingresada en el hospital ese de allí -dijo señalando el hospital del que había salido Sara- No tengo el valor para ir a verla, la verdad.
-¿Por qué?
-Empeorará, seguro.
-¿Estás seguro de lo que dices? -preguntó Sara. El chico asintió- Piénsalo bien -le dijo- Si lleva todo este tiempo ingresada y tú no has ido a verla ni una sola vez, ¿será por algo, no? A lo mejor, si vas, se recupera, ¿no crees?
-No sé...
-Anda, ve e inténtalo -insistió ella.
El chico la miró, y Sara sonrió.
-¿Puedo saber cómo te llamas? -preguntó el chico.
-Sara -respondió- ¿Y tú?
-José. -respondió él.- Gracias.
-A ti. Me has ayudado -sonrió ella.
El chico sonrió y se levantó.
-Bueno, me voy a ver a Noelia.
-¿Así se llama?
-Sí. -respondió. Comenzó a alejarse, pero se giró- ¡No te quedes mucho tiempo ahí, te vayas a resfriar! -le guiñó un ojo.
Sara asintió. Se quedó unos segundos más en el banco y después se fue a su casa.


Carlos estaba cansado. Había buscado por los alrededores, y no la había encontrado. Además, estaba hambriento. Rebuscó en sus bolsillos, pero no encontró nada de dinero. Lo mejor sería volver a casa de Sara, comer algo y seguir buscándola más tarde. Se encaminó hacia el piso donde se alojaba con Sara. Ella había sido muy amable, le había dejado vivir con ella durante una semana, a cambio de pagar un pequeño alquiler de cincuenta euros. Carlos necesitaba vivir un tiempo en Madrid. Necesita tener contacto con alguien del mundo de la fama, aunque sea un simple saludo. Pensó en todo lo que había hecho Sara por él, y sintió vergüenza de él mismo.
En nada llegó al piso, abrió la puerta con la copia de las llaves y entró.


Sara estaba en el sofá tocando un poco su guitarra, cuando escuchó la puerta de la entrada abrirse y cerrase. Fue corriendo a la entrada, y encontró a Carlos. Estaba mojado. Tenía la ropa empapada, los zapatos calados, el gorro muy mojado y estaba tiritando de frío.
-Carlos, ¿qué te ha pasado? -preguntó ella.
-Tengo frío... -murmuró él mientras tiritaba.
-Ven -dijo ella mientras le cogía la mano- Anda, te daré un pijama. Cámbiate y acuéstate. Te pondré un caldo calentito.
-Vale...
Sara fue a la habitación de Carlos, abrió un cajón y se encontró su ropa interior. Cerró rápidamente, y se puso colorada. Después, recapacitó y abrió el cajón. Cogió unos calzoncillos, los que más le gustaban. Abrió otro cajón. Afortunadamente, era el del pijama. Cogió uno cualquiera, pero que abrigara. Después cogió un par de calcetines.
Sara pegó en el baño antes de entrar, y después abrió. Se encontró a Carlos sentado en el váter, vestido y con la toalla envuelta en el cuerpo. Por lo menos, se había quitado los zapatos y los calcetines.
-Carlos, ¿qué haces así? Cámbiate -dijo ella.
-No puedo -dijo él, tiritando.- Tengo muchísimo frío.
Sara entró al baño, se acercó a Carlos y le quitó la toalla. Le quitó el gorro, y después, comenzó a desabrocharle los botones de la camisa. Mientras tanto, Carlos seguía tiritando.
-Ya está, ya está -dijo Sara.
Después, dejando su timidez a un lado, tuvo el valor de desabrocharle los botones del pantalón y quitárselo, dejándolo en ropa interior.
-¿Te podrás cambiar tú ahora, no? -preguntó Sara.
-Sí, lo... Lo intentaré.
Sara salió del baño y cerró la puerta. Fue hacia la cocina, miró la olla en la que había un resto de caldo de pollo que había preparado ella y lo puso a calentar.
Mientras se calentaba el caldo, le preparó un zumo de naranja. Le echó dos cucharadas de azúcar y lo removió. Sacó una bandejita del armario y la puso en la encimera. Le echó un último vistazo al caldo, y fue a ver cómo estaba Carlos. Lo vio saliendo del cuarto de baño, en dirección a su dormitorio.
-Carlos, vete a mi habitación, anda -dijo ella.
Carlos se quedó extrañado.
-Mi cama es mejor que la tuya. Anda, ve a mi habitación -insistió ella- Enseguida te traigo el caldito.
Carlos asintió y se fue a la habitación de Sara. Ella, destapó la cama, tumbó a Carlos y le tapó con las sábanas y el edredón.

domingo, 9 de febrero de 2014

Capítulo 33: 'No hay nada que perdonar'

¡Hola! Aquí tenéis el capítulo 33. Quiero agradeceros que leáis mi novela, y deciros que si seguís mi novela, me lo digáis para avisaros cada vez que suba capítulo, ¿vale? Es que, por lo visto, hay gente que lee mi novela pero que no me dice que le avise, e insisto: me da igual avisar. dejadme vuestro twitter y os avisaré. Mi twitter es @maralboranista. Y, nada más, gracias por leer y que os guste muchísimo el capítulo.

Capítulo 33: 'No hay nada que perdonar'


Daniela siguió el consejo de su amigo, y fue al mostrador. Allí, preguntó por un chico morenito. La mujer le dijo que había ido al baño, y le indicó el camino.

David entró en el baño, y cerró la puerta exterior de un portazo. Se apoyó en uno de los lavabos, apretando los puños con fuerza.
¿Cómo podía Daniela pensar eso? ¿No le había bastado un año de relación para darse cuenta de que él la amaba? Nunca le había levantado la mano, ni discutido, ni llorado. ¿A qué viene ahora ese miedo hacia él? ¿Y si le dejaba? Si le dejaba, se moría, así de simple. No podría aprender nunca a vivir sin ella. A vivir sin su risa, a vivir sin verla sonrojada día a día, a vivir sin su abrazos, sin sus besos... Unas lágrimas comenzaron a caerle por las mejillas. Se sentía decepcionado.
La puerta del baño se abrió, y David se giró y se secó rápidamente las lágrimas.
-David -murmuró una chica.
El chico se giró, y vio a Daniela. Se volvió a secar las lágrimas y respiró profundamente.
-¿Qué quieres? -dijo él sonando un poco borde.
-Yo... Quería decirte que... -comenzó ella.
-¿Tienes miedo de mí? -preguntó él con la voz quebrada.
-No, David, por favor.
-Porque eso es lo que has insinuado antes -continuó sin escucharla.
-David, sabes que no quería decir eso. Sabes que te quiero.
A David volvieron a caerle otras lágrimas.
-No llores, por favor -pidió ella.- Deja que me explique.
David asintió, se volvió a secar las lágrimas y la miró.
-Es que... Esta es mi primera relación seria, y yo... -rompió a llorar- No puedo perderte, David, te amo.
Daniela se acercó a él, levantó la cabeza y le miró. El chico extendió sus brazos y la abrazó. Le dio un beso en la cabeza, mientras aprovechaba para oler su pelo.
-¿Me perdonas? -preguntó ella.
-No hay nada que perdonar, princesa -sonrió él.
Daniela levantó al vista y sonrió, David pasó un mechón de Daniela detrás de la oreja y acercaron lentamente sus labios, hasta que se juntaron. Daniela pasó las manos al cuello de David, y él bajó las manos hasta su cintura, para pegarla más a él.
-Para, para -dijo Daniela- Ahora no, por favor.
-Sí, lo siento. -dijo David, avergonzado.- No me he podido resistir.
-Yo tampoco -Daniela sonrió.
Ambos salieron juntos del servicio, y se encontraron a Carlos y a Sara hablando con el médico. Se acercaron corriendo rápidamente.
-¿Qué pasa? -preguntó Daniela, intrigada.
-¿Son amigos o familiares de Blas y de Vanessa? -preguntó el médico. Todos asintieron- Vanessa ha sufrido un paro cardíaco y ha entrado en un estado de coma.
Sara se llevó las manos a la boca, y los ojos se le llenaron de lágrimas. Carlos le pasó el brazo por la cintura y la pegó a él.
-Las próximas cuarenta y ocho horas serán decisivas. Si no despierta... Es poco probable que lo haga. Lo siento.
-¿Podemos pasar a verla? -preguntó David.
-Ahora mismo, no. -respondió él- Está recuperándose. En unas dos horas vendrá un enfermero y ya os informará de cómo va evolucionando.
Daniela se quedó paralizada.
-Y... ¿Y Blas? -preguntó ella.
-El chico ha sufrido un ataque de nervios, lo han sedado y está en una habitación. Será mejor que no lo visitéis, no sabremos cómo reaccionará.
-Pero, ¿cuándo le darán el alta? -preguntó Carlos- Tenemos una audición para Destino Eurovisión.
-Si no hay problemas, esta tarde mismo. -respondió- Disculpadme, chicos, me tengo que ir.
-Pfff. -suspiró Carlos, cuando se fue el médico- Menos mal. Al menos, podremos hacer la audición, que es en directo.
Sara se separó de él.
-¿Eso es lo único que te importa? -preguntó Sara, cabreada- ¿Una estúpida audición? Una de mis mejores amigas está entre la vida y la muerte y tú te preocupas por una audición. Muy bien. Esta amistad, o lo que quiera que tengamos, va de puta madre.
Dicho esto, salió deprisa del edificio.
-Joder, coño -dijo Daniela, con la voz quebrada- No puede salir nada bien.
David la abrazó.
-Todo se solucionará, estoy seguro. -la tranquilizó- Confía en mí.


Carlos salió fuera del hospital, estaba lloviendo. Vio a Sara a lo lejos, iba andando, sin paraguas. Sólo llevaba la ropa de anoche: botines, medias, falda, camiseta y una chaqueta fina.
-¡Sara! -la llamó mientras corría hacia ella.
La chica ni se giró.
-¡Sara! -volvió a gritar él, cogiéndola del brazo.- Oh, lo siento. -se disculpó- Me he confundido de persona. Lo siento.
La muchacha sonrió.
-No importa.
Carlos asintió, y salió corriendo a la calle. Miró a los lados, pero no vio a nadie. La calle estaba desierta. Sin pensarlo dos veces, sacó su teléfono móvil, y la llamó. Le saltó el buzón de voz.
Decidió enviarle un SMS:

'Sara, joder, lo siento. ¿Dónde estás? No quiero que te pase nada'

lunes, 3 de febrero de 2014

Capítulo 32: 'Tengo miedo'

Escuchad esta canción, por favor, os hará sentir mejor el capítulo ;) ¡Gracias por leer! ¡Besos!

Capítulo 32: 'Tengo miedo'



Blas se acercó a Vanessa con lágrimas en los ojos. Estaba inconsciente. Lo médicos no sabían cuándo se iba a recuperar. Pero lo peor no era eso, lo peor era que no sabían si se iba a recuperar. Le habían dicho que estaba en lo grave dentro de la estabilidad, o algo así era lo que había entendido Blas. Al ver a Vanessa de ese modo, dos o tres lágrimas comenzaron a caerle por las mejillas. Quería tocarla, quería acariciarla, sentirla... Pero él mismo no podía. Temía que, si tocaba a Vanessa, algo fallara y empeorara. 
No podía seguir viéndola, así que se acercó a la ventana, y apartó la cortina. Miró hacia la calle. Estaba chispeando, y una chica de dieciocho años, morenita con facciones dulces, leotardos y falda cortita iba saltando felizmente. Detrás iba un chico. Con abrigo, vaqueros y jersey rojo. Esa imagen le impactó. Recordó que así iba vestido él cuando quedó con Vanessa para hacerse fotos el día después de su cumpleaños. La chica se giró de pronto, y fue hacia el chico, que agarró la mano con delicadeza y le besó los nudillos. La chica sonrió y le pasó los brazos por el cuello.
Blas tenía una sonrisa triste, como el día de hoy, lluvioso. Abrió un poco la ventana, y sacó una mano fuera. Le cayeron tres gotas, notó una fuerte ráfaga de aire y cerró. Se giró y vio a Vanessa. Parecía tan frágil. Tan frágil y tan inocente. Tenía un camisón celeste de hospital, y además, sábanas blancas, lo cual le daba mucha tristeza.
El chico se acercó a ella, le pasó los dedos por el pelo y se lo apartó de la cara. Se inclinó sobre ella y le dio un beso en la frente.
-Te pondrás bien, te lo prometo -susurró él.
Se incorporó para irse. Estaba al lado de la puerta, cuando sonó un pitido agudo. A Blas le asustó, así que volvió rápidamente al lado de Vanessa. Vio una de las máquinas como la de las películas. Ésa era la del pitido agudo. 
-Vanessa, Vanessa, depsierta -dijo Blas- Mierda -murmuró.
Apretó el botón, y escuchó un timbre a lo lejos, pero no podía esperar más. Siguió pulsando el timbre, como si su vida fuera en ello, y así era. Efectivamente, su vida dependía de la de la chica a la que amaba, y la estaba perdiendo.
Volvió a apretar el botón, y después, comenzó a darle golpes al mando. El botón se quedó encajado. Ya no sonaba más el timbre. 
-¡Enfermera, enfermera! ¡Que venga alguien, por favor! -gritó en el pasillo.
Dos o tres enfermeras acudieron rápidamente, seguidas por un médico.
-Lo siento, muchacho, te tienes que ir -le dijo el auxiliar amablemente.
-No, no puedo, tengo que quedarme aquí -decía Blas, nervioso.
-Créeme, lo mejor es que te salgas un momentito al pasillo -insistía él, empujándole delicadamente.
-No, no. ¡Vanessa, Vanessa! -Blas se giró, y fue hacia el lado de Vanessa.
El médico miró al auxiliar, que hizo una señal, vinieron dos guardias de seguridad y lo sacaron fuera de la habitación. Mientras tanto, él forcejeaba dando patadas y golpes.
Ya fuera de la habitación, lo único que quedaba en comunicación con el exterior era una ventana, pero los médicos bajaron una persiana de tela que había. 
-No, no puede ser. ¡Dejadme entrar! -dijo él dando golpes.
Un guardia de seguridad lo sujetó por los brazos, mientras otro iba en busca de una enfermera. Blas seguía poniendo resistencia. Seguía oponiendo resistencia hasta que un guardia lo sentó en una de las sillas y un enfermero le inyectó algo en el brazo. Ahí perdió el conocimiento y se durmió.


Sara, Carlos, David y Daniela estaban en la sala de espera. Sara seguía llorando sobre el pecho de Carlos, aunque estaba más relajada. Daniela había pasado de llorar, a sentarse en una esquina de la fila de sillas con los brazos alrededor de las piernas.
-Daniela, princesa, échate esto por encima, pasarás frío. -dijo David yendo hacia ella con una sábana.
Ella negó con la cabeza, sin pronunciar palabra.
-¿Qué te pasa? -preguntó David sentándose a su lado.
-Tengo miedo de que me hagas lo mismo que Fernando le hizo a Vanessa -respondió ella con sinceridad.
A David le impactaron las palabras, pero decidió tomárselo con humor.
-No digas eso, princesa. Yo jamás te haría daño en la vista. No sé si te habrás dado cuenta, pero yo no soy tan feo. -bromeó esperando una sonrisa por parte de Daniela.
Al contrario de lo esperado, ella no sonrió. Se abrazó más a sus rodillas y volvió a mirar al suelo. David suspiró, impacientado. ¿Tanto le costaba a Daniela sonreír, aunque lo hiciera por él? De mala gana, dejó la sábana en el asiento, a su lado, y se marchó al mostrador.
-Daniela, te has pasado -dijo Carlos. El chico no esperó respuesta- Ve a hablar con él, anda.
Daniela negó con la cabeza.
-Tengo miedo. -reconoció.
-¿De qué?
-De que me pegue. No hoy, sino mañana, o pasado.
-Él no lo hará, créeme. Anda, ve a hablar con él  -insistió.

sábado, 1 de febrero de 2014

Capítulo 31: '¿Qué ha pasado?'

Capítulo 31: '¿Qué ha pasado?'

Daniela y David llegaron al hospital, y vieron a Blas, a Sara y a Carlos sentados en la sala de espera.
Blas estaba apartado de los dos, con la cabeza gacha, sobre los brazos, que estaban apoyados en las rodillas y los ojos rojos. Sara estaba medio tumbada sobre el pecho de Carlos, que le pasaba los dedos por su pelo, para tranquilizarla.
Daniela apareció pálida, de la mano de David, también con poco color de piel.
-¿Qué ha pasado? -logró preguntar David.
Sara rompió a llorar, y Carlos la pegó más a su pecho. Blas seguía igual, en la misma posición y con la misma expresión en su rostro.
-¿Ha....? -comenzó Daniela- ¿Ha muerto? -la voz se le quebró en la última palabra.
-No. -dijo Carlos.
-Al menos, por ahora -continuó Sara.
-Como vea a ese capullo, juro que.... -comenzó Blas levantándose de su asiento. Miró por la ventana, y lo vio aparecer subiendo una escalera.
Sin decir nada, apartó a Daniela y a David, que estaban en la puerta de la sala de espera.
-Blas, ¿a dónde...? -comenzó David.
Blas llegó hasta Fernando, y lo agarró por el cuello de la camisa.
-¡Gilipollas! ¡¿Qué coño le has hecho a Vanessa?! ¡Te voy a reventar la cabeza, gilipollas! -dijo Blas, empotrándolo contra una pared.
-Tócame si tienes narices, que te meten en la cárcel, gilipollas. -dijo Fernando muy seriamente.- ¿Qué pasa? ¿Que si tu princesita se muere, no podrás vivir? Me das una pena...
Blas hizo ademán de agarrarle del cuello, pero David le cogió los brazos y lo arrastró hacia él.
-Vete a la mierda, cabrón -dijo Daniela.
-¡Daniela, por favor! -exclamó David.
-Mira, al guapetona esta.... -dijo él.- Tú -dijo señalando a David-, ¿cuánto quieres por pasar una noche con esta preciosidad?
David levantó la cabeza y miró a Fernando con aspecto amenazante.
-Ponle la mano encima, y no vuelves a respirar aire en tu vida, aunque después me metan en la cárcel y me pudra allí mismo. -advirtió él.
Fernando rió un buen rato, y después cogió a Daniela por la muñeca, muy fuerte.
David soltó a Blas, que cayó al suelo, y fue hacia Fernando. Le agarró del brazo con el que sostenía a Daniela, y le presionó la muñeca.
-Suéltala -dijo David muy serio- Suéltala.
Carlos se acercó a David por detrás.
-David, por favor, la soltará. Déjale. -aconsejó Carlos.
Fernando seguía sin inmutarse, así que apretó la muñeca de Daniela, que encogió su cuerpo de dolor y soltó un grito.
-¡Que la sueltes, joder! -gritó David por última vez dándole un golpe en su entrepierna.
Fernando abrió su mano, dejando libre a Daniela, y cayó al suelo.
David ayudó a Daniela a levantarse, quien con lágrimas en los ojos, se acercó a David. Él la estrechó contra su pecho.
Carlos apareció por el pasillo con un guardia de seguridad, que arrestó a Fernando y se lo llevó lejos. Tomó declaración de lo sucedido, y pusieron una denuncia de maltrato contra la violencia de género.
Todo se tranquilizó un poco, hasta que apareció un médico por el pasillo. Fue entonces cuando los cinco chicos fueron a hacerle un sinfín de preguntas.

Capítulo 30: 'Mírame, ¿vale?'

Capítulo 30: 'Mírame, ¿vale?'

Blas llegó corriendo a casa de Vanessa, tocó el timbre, pero nadie le abrió. Comenzó a darle golpes a la puerta, y también a gritar.

A Vanessa la despertaron unos fuertes golpes. Abrió los ojos, y vio un charco de sangre a su lado. Se asustó bastante, y se tocó la cabeza. Notó algo líquido y miró su mano. Vio sangre.
-¡Vanessa! ¡Abre! -gritaba alguien desde fuera pegando en al puerta.- ¡Vanessa, joder! ¡Ábreme o tiro la puerta abajo!
Vanessa, asustada, se levantó como pudo, y abrió. Nada más verla, Blas se lanzó sobre ella y le dio un fuerte abrazo.
-Vanessa, Dios mío, ¿qué te ha hecho ese tío? -preguntó Blas.
-Yo... Yo... -Vanessa iba a explicar todo lo que había pasado: que Fernando había aparecido en su casa y comenzó a pegarle cuando se enteró de que Blas había estado aquí. Intentó explicarlo, pero se desmayó y cayó al suelo.
-¡Vanessa! -gritó Blas- ¡Vanessa, despierta, joder! Vanessa, por favor.
Se levantó con furia, fue hacia el teléfono y llamó a una ambulancia. Dijeron que tardaría unos diez minutos, y le advirtieron que no moviera el cuerpo de la chica. Él asintió, colgó el teléfono y volvió hacia Vanessa, que seguía tumbada en el suelo.



-Preciosa, ¿te vas a quedar aquí a dormir? -le preguntó David a Daniela.
-¿No te importa? -preguntó ella.
-Pero, ¿cómo me va a importar, por favor? -dijo David acercándose a ella- Si pudiera, pasaría cada segundo a tu lado. -susurró.
-Y yo también -dijo ella.
David cogió su mano con delicadeza, y comenzó a besarle los nudillos.
-Te amo -decía él.
Daniela mantenía la cabeza agachada.
-Tú -dijo David con delicadeza-, mírame.
Le sujetó la barbilla y levantó la cabeza.
-Te amo. -volvió a decir él- ¿Y tú, me amas a mí?
-Amarte es poco -susurró ella.
David sonrió, y se acercó a ella lentamente para darle un beso, pero en ese instante sonó un teléfono móvil.
-Es el mío -dijo Daniela-, lo siento.
Daniela fue hacia la mesita de noche, donde estaba su bolso. Rebuscó en él y encontró su móvil.
-¿Sí? ¿Quién es? -preguntó ella.
-Daniela, soy Sara -hablaba muy rápido.
-Ah, hola, Sara, que...
-Blas se ha encontrado a Vanessa tirada en el suelo sangrando, ha llamado a una ambulancia, hay que ir al hospital. -dijo todo lo rápido que le permitían sus palabras.
-¡¿Qué?! -exclamó Daniela con los ojos llenos de lágrimas y llevándose la mano a la boca.
-Pues eso, voy camino del hospital, no tardes, por favor.
-Pero, ¿cómo está?
-Daniela, no tengo tiempo. Como me vea la policía hablando por el móvil mientras conduzco, me cae una multa. Tienes que darte prisa, joder.
Dicho esto, Sara colgó el teléfono, y a Daniela se le resbaló el suyo de las manos.
-Princesa, ¿qué pasa? -preguntó David andando rápidamente hacia ella y sujetándole los brazos.
Ella se giró y se apoyó en el pecho de David. Ahí comenzó a llorar.
-Vanessa.... Ha aparecido en el suelo... De su casa sangrando... Ha llamado a una ambulancia... -decía entre sollozos.- Está en el hospital -dicho esto, rompió a llorar.
David la estrechó entre sus brazos pese a no haber entendido nada.
-A ver, princesa, mírame, ¿vale? -dijo sujetándole la barbilla y levantándola- Mírame, ¿vale?
Daniela levantó la cabeza, y se fijó en los ojos marrones de su chico.
-Eso es, muy bien -decía él susurrando.- Tranquilízate, ¿vale?
Daniela seguía sollozando, pero se tranquilizó un poco más.
-¿Qué ha pasado? -preguntó David.
-Yo... Yo... Vanessa.... -rompió a llorar otra vez.
-Shhhh. A ver, Daniela, tranquila, ¿vale? Mírame -susurró él-, mírame, ¿vale? -repitió.
Daniela asintió  y subió la cabeza.
-¿Qué ha pasado? -preguntó David.
Daniela respiró hondo, y contó todo lo sucedido. A David le impactó, pero intentó no perder la calma. Daniela necesitaba tranquilidad, y si en él también cundía el pánico, Daniela se pondría más nerviosa.
-Entonces, ¿vamos al hospital, no? -preguntó David, al fin.
-Sí...
-Tendrás que conducir...
-Lo sé, lo haré con cuidado -susurró ella.
-No pienses en eso, ¿vale? -le dijo él- Piensa en algo agradable.
Daniela asintió y se secó las lágrimas.