lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 1: 'Creo que he bebido demasiado'

 Bueno, este es el primer capítulo de mi nueva novela, y solo espero que triunfe tanto (o incluso más) que la anterior. Muchísimas gracias a todas mis princesitas por leer, y espero que os guste mucho, porque está escrito especialmente para vosotras ;) Si queréis que os avise cada vez que suba capítulo, me lo podéis decir por twitter @maralboranista ¡Disfrutadlo!

Capítulo 1: 'Creo que he bebido demasiado'

-Hola -sonrió al camarero de la discoteca- ¿Me das un cubata, por favor?
-Claro, morena, enseguida. -dice. El camarero se da la vuelta, y tras quince segundos, pone un cubata en la barra- Aquí tienes, guapa -dice guiñándole un ojo a la chica.
-Gracias, rubio. -sonrió.
Parecía mentira que, hace un año, Daniela fuera la típica chica que todo el mundo odiaba. Se podría decir que, hace un año, era la típica chica sin curvas, y con la cara no muy agraciada, pero no era así. Desde siempre, Daniela había sido una chica con muchísimo potencial, y muy atractiva. Millones de chicos están dispuestos a arrodillarse ante ella. Si ella no ha aceptado, es porque pasa de ellos. Ella siempre decía que, a nuestra edad, los chicos sólo pensaban en el físico, y no se equivocaba, la verdad. Al principio, la gente se lo creyó, y todos estaban de acuerdo en que era así. Era la que daba consejos a todas sus amigas cuando un chico la dejaba colgada o pasaba de ella. El problema, es que ella comenzó a decir eso con dieciséis años, y ahora con veinte, se podría decir que ha sido la chica que menos novios ha tenido durante su vida. Se puede pensar que ella es reservada, pero no es así, es muy atrevida. Solamente está esperando al chico de sus sueños. A esos que dicen que te enamoras de ellos cuando Cupido dispara una flecha.
Iba tan distraída buscando una mesa libre, que ni se dio cuenta de que un chico venía hacia ella y derramó su bebida en la chaqueta del chico.
-Oh, lo siento. -se disculpó- No te había visto.
Daniela pensaba que el chico iba a montarle un pollo. Tenía un aire de chico problemático. Con esa barbita, ese pelo moreno y esos ojos castaños, cualquiera diría que Daniela se había metido en un lío.
-No te preocupes, no es nada -sonrió.
Daniela se quedó mirando embobada su sonrisa, era perfecta. Esos dientes blancos... Algunos ligeramente torcidos, pero aún así, juraría que su sonrisa era la más bonita que había visto nunca.
-¿Estás bien? -preguntó el chico cogiéndole la mano.
Daniela había bebido demasiado, o eso creía ella, aunque la verdad podría ser que Cupido había disparado alguna de sus flechas en la dirección de su corazón.
-Sí -respondió Daniela como pudo- Es sólo que creo que he bebido demasiado. Me encuentro un poco mal -reconoció.
-¿Vienes sola? -preguntó de nuevo el chico. Daniela asintió.- ¿Quieres que te acompañe a tu casa?
Daniela siempre había rechazado la ayuda de cualquier chico que no conociera demasiado bien, si no fuera por el alcohol, claro.
-¿Dónde vives? Me llamo David. -se presentó.
-Yo Daniela -respondió como pudo- Esto... se me ha olvidado donde vivo.
David respiró hondo, parecía que estaba desesperado, pero iba algo más lejos, se podría decir que incluso estaba preocupado.
-Anda, ven conmigo -se limitó a decir el chico.
Daniela echó a andar, David la tenía cogida de la mano, y a Daniela le encantó esa sensación.
Llegaron al portal de una casa, David sacó sus llaves y abrió la puerta. Hizo que Daniela pasara adentro.
-Esta no es mi casa -dijo Daniela nada más reconocer el lugar.- Mi casa tiene más muebles, y es más grande.
David rió.
-Sí, bueno, es un poco pequeña. Pero es para lo que me da mi paga, ¿sabes? -dijo amablemente.
-Lo siento -dijo ella después de reconocer su error.
-No pasa nada -sonrió.
La casa no iba muy allá. Era un piso pequeño con lo justo para poder vivir: una pequeña cocina con una televisión antigua, un par de sillas, un baño, y un dormitorio. Tenía salón, sí, pero sin sofá.
-Bueno, me temo que tendremos que dormir juntos. -dijo el chico- Lo siento, pero no tengo sofá.
-No te preocupes -dijo la chica.- No me importa.
Podía parecer que ambos querían que entre ellos pasara algo, pero no era así. David no se aprovechaba de las chicas inconscientes para hacer algo con ellas; y Daniela... Bueno, Daniela era Daniela. Se pensaba dos veces las cosas. Eso era muy característico en ella.
-Te daré una camiseta para que no duermas con el vestido -dijo él- ¿Quieres darte una ducha?
-No, gracias, me he duchado antes de salir -dijo como pudo.
-Aquí tienes. -dijo David dándole una camiseta roja- Te quedará un poco grande, pero es lo que tengo -sonrió.- Allí está el baño -le indicó- Yo destaparé la cama.
Daniela aceptó la camiseta con una sonrisa a modo de agradecimiento, y se metió en el baño a cambiarse.
Cuando salió, David le dio una percha para que colgara el vestido.
-Para que no se te arrugue -dijo él.
Daniela colgó su vestido en la percha, y lo enganchó en la puerta del armario de la habitación. Con el permiso del chico, se metió en la cama, se tapó con las sábanas, y se quedó dormida en un profundo sueño.

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