Capítulo 18: 'Solo le quedamos nosotras'
Blas fue al salón, donde Vanessa estaba tumbada en el sofá con una manta y la mirada perdida. Tenía los ojos rojos, por lo que Blas supuso que había llorado. Se sentó en el suelo, frente a ella, y comenzó a hablarle.
-No tienes por qué estar así. Ahora mismo estás en lo mejor. Has escapado, ahora solo te queda...
-Le amo, Blas, le amo. -le interrumpió ella.- Lo necesito.
-No -dijo él- No lo necesitas, deja de engañarte de una vez. Te está haciendo daño constantemente. -se fijó en la herida de la mejilla, la tocó y le apretó. Ella arrugó la cara- ¿Ves?
-Quiero salir de aquí, Blas, ayúdame por favor. -pidió ella.
-Está bien -sonrió él.- Ven, te curaré la herida -dijo llevándola hacia el baño.
Mientras, en la cocina, Sara, David y Daniela hablaban.
-Pero, ¿cómo no es consciente de que el tío le está haciendo eso? -preguntaba David una y otra vez.
-No te das cuenta -dijo Daniela-, es así de simple.
-¿Y sus padres? -insistió él.
-Vanessa vino a vivir aquí hace tiempo, para estudiar. Sus padres son de Sevilla, y se quedaron allí. Fernando la desplazó de sus amistades y de su familia. -explicó Sara- Solo le quedamos nosotras.
-Joder -murmuró él.
Daniela necesitó protección en ese momento, protección de algún modo, así que se apoyó en el pecho de David, que la rodeó con su brazo. Solo esperaba que él no llegara a hacerle eso nunca.
Blas posó el algodón mojado en agua oxigenada sobre la mejilla de Vanessa. Ella arrugó la cara. Blas le confesó que se lo había hecho ella misma en un ataque de nervios.
-¿Te duele algo más? -preguntó él cuando acabó con su mejilla.
-La muñeca -respondió. Él la miró extrañado- A veces, me la coge y me aprieta muy fuerte.
Blas la examinó como pudo. Creyó que solo se la había lastimado, era lo más lógico, así que buscó una crema corporal y una venda. Después de darle un pequeño masaje con la crema, le vendó la muñeca.
-Gracias -dijo ella.
-No te preocupes -sonrió él.- ¿Estás mejor?
-Sí, pero estoy bastante cansada.
-Anda, ve a dormir, que te acompaño -le dijo él.
Vanessa le llevó hasta su habitación, y él destapó la cama, después hizo que Vanessa se tumbara, y la tapó con una sábana fina. Se iba a marchar a la cocina, cuando ella le agarró el brazo.
-Quédate aquí, por favor -le pidió- Tengo miedo de que vuelva a por mí.
Blas se sorprendió, pero aceptó. Se quitó las deportivas, y se tumbó en la cama. Se puso frente a ella, y empezó a tocarle el pelo, hasta que ella cerró los ojos.
En la cocina, se preocuparon por Blas y Vanessa, y decidieron ir al salón, a ver si estaban allí, pero no encontraron nada. Sara entró al apartado de las habitaciones, y pegó en la habitación de Vanessa. Allí se encontró a Blas acariciando el pelo de la chica, Sara se sorprendió. ¿Tan pronto había conseguido Vanessa olvidar a Fernando?
-Tenía miedo -susurró él, antes de que Sara preguntara nada- Ella tenía miedo de que Fernando volviera y le pegara otra vez. Me ha pedido que me quede con ella.
Sara asintió y sonrió, después cerró la puerta, y los dejó como antes. Volvió al salón, donde estaban David y Daniela.
-¿Y bien, dónde están? -él.
-Vanessa tenía miedo de que volviera Fernando, así que Blas se ha quedado con ella hasta que se ha dormido -informó Sara.
-Ah, vale. -respondió David.
-Siento tener que irme, pero debo ir al instituto a dar clases a los pequeños, lo siento -dijo Daniela.
-Yo debo ir a la universidad a estudiar -dijo Sara.
-No os preocupéis, yo me quedo aquí.
-¿Seguro? -preguntó Daniela.
-Sí, no te preocupes -respondió él con una sonrisa.
-Voy al baño un momento -dijo Sara.
A Daniela le volvió a invadir la tristeza, y los ojos se le llenaron de lágrimas.
-Te prometo que nunca me portaré así -susurró él- Sabes que te quiero.
-Yo también te quiero -sonrió ella apoyándose en el pecho de él. Se quedaron así unos minutos.
-Bueno, ¿nos vamos? -preguntó Sara.
-Sí, vamos.
-Adiós, princesa -dijo él dándole un beso en la boca mientras entrelazaban sus manos- Te quiero.
-Y yo. -respondió ella- Nos vemos.
Daniela y Sara se fueron, y David se sentó en el sofá a ver la tele.
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