sábado, 11 de enero de 2014

Capítulo 23: '¿Por qué iba a irme?'

Capítulo 23: '¿Por qué iba a irme?'

El chico volvió a la cocina, y limpió las salpicaduras de las lentejas, mientras secaba sus lágrimas. ¿Por qué lloraba? Le dolía que su amiga haya sufrido tanto por culpa de un imbécil, pero también le dolía que Vanessa le hubiera hablado así. Le dolió, y mucho. Paró la vitro-cerámica, y se sentó un momento en alguna de las sillas a pensar. Quizás la hubiera agobiado demasiado: la música a todo volumen, la cocina, las lentejas, que son un plato difícil de preparar... Volvió a secarse las lágrimas, y se levantó a continuar con la comida.

Mientras, Vanessa estaba en su habitación llorando. Se sentó en el suelo, en una de las esquinas, rodeó sus piernas con los brazos, y estuvo llorando. ¿Cómo podía haber tratado así a su único amigo, el único que le había dado una oportunidad? Le dolía haber perdido a Fernando y a Blas, pero sobre todo, a Blas. Seguramente, ya no querría saber nada más de ella. Ya se habría ido, y con suerte, no lo volvería a ver nunca. Quizás eso es lo mejor, aunque ahora estaba sola, completamente sola... Se tumbó en la cama, y dejó que las lágrimas hicieran de somnífero, y se durmió.

Blas removió por última vez las lentejas, y las probó. Ya estaban listas. Antes de ponerlas en un plato, decidió ir a ver si Vanessa iba a comer. No quería malgastar la comida, pero tampoco dejarla sin comer. Antes de entrar en la habitación, pegó en la puerta. Al no recibir respuesta, entró, y se encontró a Vanessa dormida. Blas se sentó en la cama, y le apartó algunos mechones que caían sobre su rostro. Percibió que había llorado. Cuando dormía, Vanessa tenía una cara muy dulce e infantil, eso le hizo sonreír. Con delicadeza, la despertó.
-Vanessa, Vanessa -susurró él.
Poco a poco, ella abrió los ojos.
-La comida está lista, ¿quieres comer? -preguntó él.
-Pensé que te habías ido -se limitó a decir.
-¿Por qué iba a irme?
-Por lo que te dije, y cómo te lo dije.
-No, Vanessa, no me he ido. Y me parece que no lo haré nunca -añadió.
-¿Por qué?
<<Porque creo que me necesitas>> -pensó él.
-Porque soy tu amigo, ¿no? -sonrió- Y los amigos están en las buenas y en las malas.
-Gracias -dijo ella.- Siento haberte tratado así, es que me había puesto de los nervios.
-Vaya, no me había dado cuenta -bromeó, irónico.
Vanessa sonrió.
-Un poco más y me pegas con la zapatilla, ¿eh? -continuó Blas con la broma.- Como a los perros.
Vanessa rió esta vez.
-O con el periódico -dijo entre risas.
-Eso, eso, con el periódico, que es más para perros. -corrigió él- Ya iba a dormir yo esta noche en el rellano.
Vanessa siguió riendo, hasta que se quedaron los dos en silencio mirándose a los ojos. Vanessa observó sus ojos azules, y vio el reflejo de su cara en las pupilas de él, brillaban. Blas observó los ojos castaños de ella, brillaban. Se quedaron mirándose mutuamente, hasta que Blas carraspeó.
-Bueno, ¿qué? ¿Comemos, no? Que tengo un hambre...
Vanessa rió.
-Sí, vamos.

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