Capítulo 22: '¿Estás bien?'
Vanessa abrió los ojos desconcertada y pestañeó varias veces. Recordó todo lo que había pasado, pero miró a su lado y no estaba Blas. Se sintió decepcionada. ¿Acaso la había dejado sola? Se levantó poco a poco, y fue al salón, allí se encontró a Blas dormido sobre su brazo.
Decidió agradecerle de algún modo lo que había hecho por ella, pese a conocerla solo de la fiesta y de dos o tres veces que hablaron por Tuenti, así que se puso a cocinar algo.
A Blas lo despertó un estruendo bastante fuerte que venía de la cocina donde estaba alojado. Recordó lo que había pasado, y también recordó que se fue al salón y se quedó dormido, así que se sobresaltó y fue a la cocina a ver qué sucedía. Allí encontró todas las cacerolas, sartenes y algún que otro plato en el suelo, además de un fuerte olor a quemado. También estaba Vanessa, con los ojos llorosos y tirada en el suelo. A su lado había una silla, también tirada. Blas se acercó rápidamente a ella.
-¡No me pegues, por favor! -exclamó ella, con las manos tapando sus orejas.
Blas se sorprendió ante su reacción y su posición. Tenía las manos en las orejas, tapadas como si quisiera huir de algo.
-Shhh -le tranquilizó-. No te voy a pegar. -dijo con una voz tranquila- Mira, me pongo las manos en la espalda, ¿vale?
Vanessa levantó la mirada, y asintió, pero no se quitó las manos de las orejas.
-A ver, cuéntame qué ha pasado. -le pidió él con la voz tranquila.
-Quería prepararte la comida, por todo lo que has hecho por mí, y como no llegaba a coger la sartén, me subí a una silla. Pero se volcó y he tirado todas las cosas. -explicó- Lo siento.
-Pero, ¿estás bien? -preguntó Blas, sujetándole la cara con una mano.
Vanessa se estremeció. Él se dio cuenta y retiró la mano.
-Lo siento -se disculpó retirando la mano- ¿Estás bien? ¿Te has hecho algo?
-No, estoy bien. Lo siento.
-¿Por qué te disculpas? -preguntó él.
-Por la que he liado. Dios, es que soy un desastre, no sirvo para nada.
-Eh, no digas eso. Solamente te has caído.
-Sí, y se me ha quemado la comida.
-Bueno, pues ya te saldrá mejor la próxima vez. ¿Quieres que te ayude yo a preparar algo?
-¿Sabes cocinar? -preguntó ella, asombrada.
-Sí, claro.
-Fernando decía que los hombres no debíais cocinar, que sólo tenemos que hacerlo las mujeres, porque para eso servimos. -explica ella.
-Oh, no, las mujeres no servís para eso, ni mucho menos. -dice Blas- Las mujeres sois las reinas de la casa -sonríe él guiñándole un ojo.
Eso a Vanessa le sacó una sonrisa.
-Anda, te ayudo a recoger esto y preparamos algo, ¿vale?
Vanessa asintió y sonrió. Él le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Al principio, Vanessa dudó, pero luego aceptó y comenzó a coger confianza en su nuevo amigo.
-¿Quieres que pongamos música? -preguntó Blas.
Vanessa dudó un poco.
-¿Qué música? No tengo muchos discos, por no decir ninguno...
-¿Puedo ver los que tienes? -preguntó él.
-Sí, mira, ven -Vanessa lo condujo hasta el salón, donde en una vitrina, tiene colocados algunos discos.- El más reciente es 'Caribe 2006', así que...
-Bueno, pues ponemos ese. ¿A ti te gusta?
-Sí, bueno, me encanta -sonrió.
-Pues no se dice más, ponemos ese.
Blas lo cogió de la vitrina y lo introdujo en un reproductor de música. Puso el volumen un poco fuerte, y a Vanessa le molestó.
-¿Puedes bajarlo un poquito? -le preguntó ella, un poco molesta.
-Sí, claro -dijo él bajándole volumen- ¿Así vale?
-Un poco más -dijo ella.
-Está bien...
Blas bajó más el volumen del reproductor de música. Se oía muy bajo, y cuando fueran a la cocina, no se oiría nada.
-¿Vamos? -le preguntó ella invitándole a la cocina.
-Sí, venga.
Blas hizo que Vanessa comenzara a andar, y aprovechó que ella se había adelantado para darle, ligeramente, más volumen.
En la cocina comenzaron a cocinar. Blas le iba indicando, y aunque a veces Vanessa lo hiciera mal, él nunca se rendía. Blas comenzó a desesperarse, y pidió un momento ir al baño. Cuando pasó delante del reproductor, le dio más volumen, y después volvió a la cocina otra vez.
Ya en la cocina, Blas insistió en que Vanessa aprendiera a hacer un paso en concreto, quería que ella supiera hacerlo. El problema era que él no notaba que Vanessa se estaba desesperando hasta que explotó.
-Mira, haces así -dijo Blas guiándola-, eso es, con mucho cuidado, ahora...
A Vanessa se le resbaló la cuchara y cayó dentro de la olla, salpicando toda la vitro-cerámica de lentejas, por cuarta vez.
-¡Joder, tío! -exclamó ella, tirando la cuchara en la encimera- Soy una inútil, no sé hacer nada.
La música seguía sonando a todo volumen.
-Oye, no digas eso... -comenzó Blas.
-Tú, cállate. Que vienes y me pones la música a todo volumen. -le interrumpió- ¡Así no hay quien se concentre, joder! -gritó.
Blas suspiró y miró al suelo. Se había sentido dolido, pero no podía abandonarla ahora, ella le necesitaba. Necesitaba a alguien que la ayudara a ser la chica de antes.
Vanessa se dio cuenta del daño que le habían hecho sus palabras a su amigo, su único amigo, así que fue corriendo a su habitación, y cerró de un portazo.
El chico fue hacia el reproductor de música, y lo apagó. La música cesó, y sus esperanzas también lo hicieron.
Me encanta toda la novela en si. Perdona que no haya leído antes.
ResponderEliminarTe quiero, tronca ♥
Nah, no te preocupes ;) ¿Quieres que te avise cada vez que suba capi, o prefieres leerlos por tu cuenta? ¡Besitos, rama!
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